Ocho de la mañana de un martes: ¡Ding dong! La vecina de abajo llama a mi puerta. Yo aún estoy desayunando en pijama. Me quito un poco las legañas de la cara y abro con mi media sonrisa aún dormida. Malas noticias: a la vecina de abajo le está cayendo agua desde el techo. Así que nuestro baño va perdiendo …
