
Con este solazo, ya estamos casi, casi despidiéndonos de la primavera. Y quería aprovechar para escribir un post sobre el balcón en el que veáis que no siempre es todo tan bonito y tan perfecto cuando hay plantas y flores de por medio.
Ya os hablé de este tema el año pasado en el anterior blog, pero quería refrescaros la memoria acerca de ese pequeño insecto que tiende un manto de sombra sobre la hiedra de mi balcón: ¡pulgones! ¡pulgones en la hiedra!
No es que la hiedra tenga mal aspecto, porque ya veis que la hiedra con el tiempo ha crecido muy bien, y aunque tenga pulgón, el aspecto de la planta no es feo.


La verdad es que he tenido la suerte de que estos pulgones solo sientan predilección por la hiedra y por ninguna planta más, pero hay que decir que la hiedra tenía una buena plaga, sobre todo en las hojas y tallos tiernos.


Esto significa que hay partes de la planta que están intactas y sin rastro de pulgón, mientras que algunas hojas están infestadas de arriba a abajo con este pequeño bichito.
Así que, como propósito de la primavera pasada me fijé acabar con esta plaga y hacer que mi particular jardín luzca igual de sano que siempre. ¡Pero no es nada fácil acabar con este insecto! Lo digo por experiencia. Hace ocho años estuve trabajando en un proyecto de investigación sobre control de plagas de pulgón. En este caso yo estudiaba otro tipo de pulgones grises o verdosos que atacaban preferentemente a las coles. Los pulgones (también llamados áfidos) siempre se especializan en un tipo de planta concreto, por eso ahora mismo (y por suerte) solo sufro la plaga en la hiedra.
Trabajando con pulgones
Lo que pude comprobar en este proyecto es que, incluso cuando la planta ya estaba en las últimas, el insecto se cebaba con ella dejándola en un estado casi insalvable. Probé fertilizantes sintéticos y naturales, probé con introducir unas micro-avispas que parasitaban esta especie de pulgón… Y las conclusiones más claras que pude sacar al final es que lo que más afecta a las poblaciones de pulgones son los cambios estacionales, ¡curioso, ¿no?!. En primavera esta plaga crecía como la espuma mientras que en invierno su presencia era mucho menor.
Eso mismo es lo que he vivido años más tarde en mi balcón: con la llegada del buen tiempo, los pulgones (esta vez de color negro) campan a sus anchas. Es cierto que durante el invierno en el balcón era posible encontrar muchos más ejemplares de pulgones con alas (los llamados alatae) y ahora en primavera casi todos son individuos sin alas (o apterae). Esto es porque los áfidos son capaces de hacer una especie de metamorfosis cuando las condiciones medioambientales no son adecuadas. Así, con los individuos alados, es mucho más fácil invadir plantas nuevas, más jugogas o plantas que disfruten de más horas de sol o de sombra, por poner algunos ejemplos. Si lo pensamos bien, es un fiel reflejo de la selección natural: adaptarse o morir. De hecho, para apoyar más aún esta teoría, os diré que los individuos alados se reproducen de forma sexual dotando a los pulgones de nuevo material genético. Más variedad de individuos ofrece más posibilidades de supervivencia ante unas condiciones ambientales inciertas: si tenemos pulgones pequeños, grandes, más resistentes al calor o al frío o con aparatos bucales más largos o más cortos seguro que habrá alguno que sobrevivirá.
Sin embargo, los pulgones sin alas se reproducen de forma asexual (la hembra pone huevos que al eclosionar son auténticos clones de su madre). Bien mirado: si las condiciones son favorables ¿por qué cambiar? La madre está totalmente adaptada a esas condiciones, por lo que la reproducción asexual es una buena estrategia en primavera o cuando la planta tiene muchos brotes de los que alimentarse.


Pues en mi balcón, el verano pasado se llegó a ese punto en el que los pulgones se encontraban tan a gusto que no necesitaban individuos alatae que buscasen condiciones más favorables. No quise andarme con medias tintas y me hice con un spray anti-pulgón que adquirí en Verdecora. Pero no os lo recomiendo para nada: no dio resultado y además dejó las hojas muy pringosas y feas.
En este post os quería transmitir que no es fácil acabar con una plaga y que aún sígo luchando contra el pulgón. Busqué otros métodos en algunos foros y probé un nuevo tratamiento que es más natural que este spray pero mucho más eficaz: agua jabonosa aplicada sobre las hojas. No os quiero adelantar nada todavía porque me reservo sus resultados para otro post.
De momento, deseadme suerte y cuando consiga acabar con esta plaga de áfidos (si es que lo consigo algún día) os contaré cómo lo he conseguido.
Si vosotros sufrís esta u otra plaga, ¡ánimo y a por los bichos! Estaré encantada de leer aquí abajo vuestras experiencias e inquietudes. Un beso a tod@s.
Yo lo que hago es, coger una bayeta mojada y pasarla por todos los tallos y hojas infestadas y se acabó el problema.
¡Fácil!
¡Qué efectivo! Es muy buena idea María, y muy eficaz :)