
Agapito es un inquilino discreto de nuestro hogar, aún así fue el primero en llegar. Desde el primer mes en que nos mudamos aquí, nos acompaña con su forma de ser tranquila y pausada.
Agapito es una tortuga rusa, una especie que habita en los terrenos despejados y secos de la estepa asiática. Llegó a casa cuando todavía era bastante joven, solo tenía un año y medio.
Cuando son jóvenes, no conviene que las tortugas terrestres hibernen, ya que durante la hibernación se gastan muchas reservas y es posible que la tortuguita juvenil no haya logrado almacenar suficiente energía durante el verano como para soportar el desgaste físico de la hibernación. Por eso, hasta que Agapito cumplió los tres años, pasó los inviernos en un terrario calentado con una bombilla de infrarrojos destinada a dar calor.
Durante los veranos, Agapito se trasladaba al balcón, donde podía pasear a sus anchas y recibir los rayos de sol de forma directa. Al cumplir los tres años, este fue su «emplazamiento» definitivo.

Una vez vencido el período crítico de la hibernación, el mantenimiento de una tortuga terrestre es bastante sencillo. Se trata de animales básicamente herbívoros, aunque en la naturaleza es fácil que ingieran pequeñas cantidades de proteínas con las larvas, insectos o caracoles que pueden engullir junto a las plantas de las que se alimentan.
En casa, debemos disponer siempre de lechugas, escarola, brotes de rúcula, canónigos y otras plantas verdes que nuestra tortuga pueda consumir. Además, siempre serán bienvenidas las plantas silvestres que podamos encontrar: diente de león, trébol, hierba, heno…
De vez en cuando se les pueden dar zanahoria, tomate, col, pepino u otras hortalizas.

Aunque les encanta la fruta, no conviene darles demasiada, ya que contiene poca fibra y mucho azúcar. Esto hace que fermente fácilmente en su intestino y provoca la proliferación de hongos, lo cual debilitaría la vitalidad del animal.

Lejos de llevarse mal con otros inquilinos, Ru está encantada de seguir de cerca las travesuras de Agapito, y a él no parece importarle la presencia de la gatita.

Sauron es otro cantar. Agapito sí que parece ir a por él de vez en cuando, y lo que sorprende es que Sauron, que suele ser un guerrillero, le va rehuyendo porque no tiene muy claro dónde ubicar a esta extraña «roca con patas».
Y como Agapito es un intrépido a pesar de su aspecto fatigado y pausado, muchas veces se cuela por la puerta del balcón si la encuentra abierta y empieza a recorrerse toda la casa de arriba a abajo en un largo paseo. Cuando las temperaturas son altas hace esto constantemente, como si su cuerpo le dijese: «hace mucho calor y me sobra energía, tú verás lo que hacemos con ella. ¿Nos echamos una carrera?»

En conclusión, lejos de ser aburrida, la vida con una mascota como una tortuga terrestre es graciosa en muchas ocasiones: por su manera voraz de comer, su precipitada y torpe forma de caminar y por su aspecto de inocente criatura jurásica.
Ya os iré contando más cosas sobre Agapito, pero por ahora, si os animáis a tener una tortuga rusa en casa, estas son las cosas esenciales que debéis tener en cuenta.
Un fuerte abrazo y hasta el siguiente post ;)
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