Los que tenemos mascotas debemos adquirir el compromiso, desde el primer día que convivimos con ellas, de darles la mejor vida posible. Eso también implica llevarles al veterinario (al menos) una vez al año a realizarles un chequeo.

El momento del veterinario no siempre es fácil, pero es muy necesario. Así que debemos intentar hacerlo lo más llevadero posible.

¿Cuál es el truco? Para que no sea un suplicio para el animal, siempre es mejor que esté familiarizad@. Lo iréis viendo a lo largo de los siguientes consejos.

Antes de la consulta

La consulta anual es un chequeo periódico para asegurarte de que tu mascota está bien y también de poner al día sus vacunas.

No obstante, es importante que si has visto un comportamiento extraño o nuevo en tu gato, lo analices bien para poder explicarle luego al veterinario todos los detalles: una tos que ha aparecido, si no come con el mismo apetito, si pasa mucho tiempo durmiendo, si juega menos, si hace sus necesidades fuera del arenero… Los gatos no suelen demostrar cuándo están enfermos, esconden muy bien sus debilidades, por ello cada detalle de su rutina es importante porque puede indicar un cambio en la salud.

transportin abierto
Dejar el transportín abierto en la zona donde suela estar el gato es una buena forma de familiarizarse con él.
De hecho, desde hace unos meses Ru, tiene la costumbre de dormir dentro del transportín como si fuese una camita más.

Preparando el viaje al veterinario

Vayamos andando, en transporte público o en coche, el gato debe viajar en su transportín. Es la forma más segura de evitar fugas y pérdidas. Pero claro… seguro que él/ella no piensa lo mismo.

gato transportín
Sauron en el veterinario con la mantita de su transportín.
Una vez en la consulta, hay gatos que no quieren salir del transportín, ¡con lo que cuesta convencerles para que entren!
  1. Para ayudar a que nuestro gato se familiarice con el transportín, debemos dejarlo abierto en algún lugar donde el gato lo pueda utilizar de guarida o escondite. Creedme, es muy útil como camita y lo usarán más de lo que os imagináis.
  2. Hayamos cumplido o no el punto 1, el transportín debe incluir una mantita o tejido que el gato use habitualmente y huela a él.
  3. También es recomendable impregnar de feromonas el transportín antes de meter al gato. Eso le hace sentir más tranquilo y a gusto. En estos casos es muy útil Feliway en spray. Si vais en coche, también podéis rociarlo por el coche.

El viaje

  1. Hay quien dice que es mejor tapar el transportín para que el gato no pueda ver el exterior, y que así se reduce el estrés. Yo no lo he probado nunca así que no os puedo decir.
  2. Durante el viaje, muchos gatos maúllan y se quejan. Dependiendo del carácter de vuestr@ gat@, hay quienes se tranquilizan con las caricias y las palabras de su dueñ@. Por el contrario, hay otr@s a los que les causa más ansiedad interactuar con su dueñ@ a través de la puerta del transportín y es mejor para ellos no hacerles caso para no incrementar su nerviosismo. Seguro que con el tiempo aprenderéis qué prefiere vuestr@ gato en esta situación.
transportín
– ¡Cu-cú!, este es mi transportín.

¡Ah! Y no olvides llevar su cartilla o pasaporte con todas las vacunaciones al día.

Una vez en el veterinario

Una vez lleguemos a la clínica veterinaria debemos seguir las instrucciones del centro. Si tienen sala de espera, permanecer en ella hasta que nos avisen.

Siempre que puedas, evita dejar el transportín en el suelo. Esta posición aumenta la sensación de vulnerabilidad del gato. Además, si pasa un perro y se acerca a curiosear,  evitaremos que nuestro gato se asuste más todavía.

Para evitarle este tipo de sustos a tu gato, puedes colocar el transportín sobre tu regazo si estás sentado. Si la puerta del transportín está pegada a tu cuerpo, esto aún creará más sensación de seguridad en tu gato ante posibles personas o animales que se acerquen.

gato doctor
La doctora Ru en acción.
– «Pues yo creo que el paciente necesita tomar una latita de pienso húmedo, jijiji»

Ya en la consulta…

  1. Los animales, igual que los niños, son esponjas de nuestra propia energía. Si les transmitimos nerviosismo, se pondrán nerviosos. Por ello, debemos permanecer tan calmados como sea posible y creando un ambiente distendido y lo más natural posible para nuestros gatos.
  2. Hay gatos que se muestran más calmados en el veterinario. Otros suelen estar más asustados, nerviosos e incluso llegan a ser agresivos. No siempre es fácil. Si tu gato es fácil de manejar,  estará más tranquilo si tú lo sujetas mientras el veterinario lo explora. Si tu gato es inmanejable, será mejor que lo inmovilicen entre los veterinarios y los auxiliares, ellos tienen experiencia. Muchas veces es preferible que el gato se estrese durante un instante muy corto a que el estrés sea menor pero durante un período de tiempo prolongado.
  3. Si has conseguido que tu gato esté tranquilo, un buen momento para pesarle es ahora: casi todas las consultas tienen una báscula. Pero si no disponen de ella, un truco para calcular el peso estimado es subirte con tu gato en la báscula de tu baño. Luego vuelves a subirte sin tu gato y la resta de ambos resultados te dará el peso de tu gato.
  4. Por último, si tu veterinari@ te ha dado algunas directrices, si el gato requiere algún tipo de tratamiento… Ante cualquier duda, pregúntale. Nadie mejor que él/ella sabrá responderte. No te vayas a casa con ninguna duda. Y si te surge cualquier consulta en casa, llama por teléfono, no te cortes.
auscultar gato
Ru siendo auscultada por su veterinario
peso gato
Ru investigando la báscula en la que la pesamos todos los años

Por fin en casa

  1. Una vez en casa, deja que salga del transportín por voluntad propia. Para ello, es mejor dejar el transportín con la puerta abierta y esperar a que salga cuando quiera.
  2. Si tu gato ha tenido que ser anestesiado y tienes otros gatos, nunca los dejes juntos durante las primeras horas.

¡Un último consejo!

Aunque tu gat@ debe hacer (al menos) una revisión anual en el veterinario para chequeo general y puesta al día de las vacunas, si alguna vez ves algo raro u ocurre cualquier cosa: llévalo sin dudar. Un ojo que llora, una uña con mala pinta, una quemadura en las patitas, una mala caída, ha ingerido algo que no debía… ¡cualquier cosa! Todo aquello que te deje con la mosca detrás de la oreja, es mejor que lo consultes con un experto. Tu gat@ y tú lo agradeceréis a la larga :)

 

El caso de Sauron y los hongos

Y nada mejor que un ejemplo para ilustrarlo. El año pasado a Sauron le salió una pequeña calvita justo en la coronilla de la cabeza. Sauron es un gato muy movido que siempre se anda dando golpes con aquello que va atropellando. Así que lo lógico era pensar que estando debajo de una mesa o algún tipo de techo, se levantó de golpe y se dio un coscorrón.

Después de unos días, esa calvita se le fue haciendo un poco más grande y comenzó a dejarnos un poco la mosca detrás de la oreja. Le tocaba la revisión veterinaria en unas semanas, así que decidimos adelantarla para comprobar qué era esa calvicie incipiente que le estaba saliendo.

¿Y qué pasó?

En el veterinario le hicieron un frotis (le tomaron muestras cutáneas frotando la zona en cuestión). Los resultados no los tuvimos hasta unos días después. Y entonces nos confirmaron que se trataba de unos hongos que, aunque están por el ambiente todos los días en forma de esporas, solo afectan a aquell@s gat@s o personas que están estresados o con las defensas bajitas.

Para vuestra tranquilidad os diré que a nosotr@s l@s human@s no nos llegó a afectar el hongo. Pero a Sauron hubo que hacerle un tratamiento sencillo pero prolongado. Ya sabréis que los hongos son complicados de eliminar, y tal vez no os sorprenda saber que el tratamiento de Sauron duró entre mes y medio y dos meses. Durante este tiempo fuimos acudiendo quincenalmente al veterinario.

hongos en un gato
La evolución de la calva de Sauron producida por hongos

 

Cuando acabamos el tratamiento, pusimos al día las vacunas de Sauron y listo. ¿Por qué no vacunarlo durante el tratamiento? Como ya os he dicho, la razón de los hongos o casi cualquier enfermedad, se debe a la bajada de defensas y/o estrés. Si vacunamos justo en este período en el que el sistema inmunitario está deprimido, es posible que la vacuna no siente del todo bien. Es exactamente igual que en humanos cuando nos recomiendan estar al 100% de nuestras defensas cuando nos vacunamos.

Hasta la próxima

Si tenéis cualquier duda, estaré encantada de contestaros en los comentarios.

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